Viernes 25 de Abril, 19:00h, ESLA el EKO
#yotambientiredelapalanca
Entre abril y mayo de 2012 fueron detenidas 9 personas, de las que 2 ya fueron absueltas, después de unas acciones en el metro de Madrid para protestar por las drásticas subidas de tarifas que se produjeron en aquel momento. Recientemente, las 7 personas imputadas han sido acusadas de desórdenes públicos, y se les pide 30 meses de cárcel a cada uno por parte de la acusación particular, y penas e indemnizaciones que en total suman cerca de 80.000 euros.
En 2012, tras producirse las acciones de protesta, las autoridades del Estado y madrileñas pusieron a funcionar toda su maquinaria de medios de des-información, llegando a asegurar un conocido personaje de la política madrileña que los activistas habían “puesto en riesgo la seguridad de los viajeros y ciudadanos” al accionar los frenos de emergencia de trenes que estaban parados en las estaciones con la puertas abiertas, y que por lo tanto dichos activistas no se iban a “ir de rositas”. Peligrosa aventura entonces la de millones de pasajeros que diariamente se ven amenazados por la osadía de algún valiente que se digne a utilizar el freno de emergencia. Pero declaraciones públicas como éstas de los gobernantes tienen su función justificativa ante la opinión pública para las detenciones posteriores, y para que parezcan lógicas las privaciones de libertad de dichas personas. El maltrato en las dependencias policiales y las decisiones injustas de jueces condicionados completan el ciclo de represión de la protesta social.
Este caso es sólo uno más de los cientos de casos en los que, en los últimos años, persiguen hasta sus casas, detienen y condenan a personas activas, pensantes, imaginativas, que buscan maneras de visualizar y denunciar las injusticias de este sistema enfermo. Personas que deciden levantar su culo del sofá, pensar y organizarse para defender lo común, lo que es de todas, lo que nos pertenece a cada una de nosotras. Personas que se solidarizan con los desahuciados, que exigen el derecho a decidir sobre el cuerpo que poseen, o que combaten día a día el racismo en las calles.
Porque yo tiré de la palanca para bajarme del tren de la injusticia que encarece el transporte colectivo, ése que sobre todo usan las clases más desfavorecidas, ese medio con el que se desplazan para buscar trabajo los y las paradas, para visitar a sus seres queridos, o para escapar de los guetos en los que el capital urbano pretende encerrar a los indeseados, a los no pudientes, aquéllos que no deben molestar con su presencia por el centro de la ciudad, escaparate para el negocio de unos cuantos adinerados.
Pero, yo también tiré de la palanca para bajarme del tren del capitalismo que devora piedras, plantas, animales y seres humanos, con el único objeto de incrementar unos números en pocas cuentas bancarias, que explota al trabajador y lo exprime para extraerle su sudor y así poder llamarse competitivo, que obtiene beneficio de la educación de los pequeños o del tratamiento de cáncer de los mayores.
Pero, yo también tiré de la palanca para bajarme del tren del patriarcado, que somete a la mitad de la población mundial, al machismo y sus reglas, que encierran a las mujeres en cárceles en sus vidas, que decide sobre su maternidad o que le impone la manera de vestir o adelgazar.
Pero, yo también tiré de la palanca para bajarme de este sistema racista que persigue a millones de personas por su color de piel, que los utiliza para equilibrar sus balanzas empleo-paro, que los encierra en cárceles para sin papeles.
Pero, yo también tiré de la palanca para tener cinco minutos en los que reflexionar sobre el mundo que nos ha tocado vivir, y animar a los demás que también lo hagan, porque es el primer paso e imprescindible para comenzar a invertir la situación actual de desigualdad y barbarie, identificar las causas y buscar soluciones.
Y para que en el futuro podamos decir que “nosotras también tiramos de la palanca” para bajarnos de este mundo y construir colectivamente uno más justo…la lucha es el único camino.
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